jueves, 15 de diciembre de 2011

Déjame ver tu alma

         Él se fue en un mes de noviembre cuando sólo habían pasado sesenta y dos años desde su nacimiento. Luchó día a día para sacar adelante una familia de siete miembros y doy fe que lo consiguió. Hoy, cuando observamos sus cuadros, sus trabajos manufacturados , sus obras…cobra sentido la respuesta que daba al preguntarle ¿Qué estás haciendo papá? …y es que siempre respondía “esto es para que me recuerdes el día de mañana”.

    No eran palabras cargadas de egocentrismo; el paso del tiempo descubre la enseñanza de éstas, poniendo de manifiesto que nadie muere mientras se mantenga vivo en la memoria. Por eso este blog. Porque no me da la gana morirme y porque tengo la certeza que al menos un par de personas se encargarán de mi “inmortalidad” ¿Verdad, María?


   Al tener relación con la línea temática del blog, reconozco que estoy orgulloso de haber recibido este “premio” que me otorga mi twitera y bloguera amiga, Érika Coello.

   Hago efectiva la recepción del mismo, respondiendo las cuestiones enviadas y reiterando mi agradecimiento.

  1. ¿Cómo te definirías a ti mismo/a?
Perfeccionista. Hasta el punto que el afán de mejorar cada día propicia el hallazgo de nuevas y desconocidas imperfecciones. Con una gran entereza para afrontar problemas de gran calibre y al mismo tiempo capaz de hundirme con pequeños problemas. Un cobarde muy valiente.

  1. ¿Cómo definirías la amistad?
Pienso que es estar en los buenos momentos sólo si me invitas. En los malos siempre,  sin necesidad de que me llames.

  1. ¿Crees en al amor vía Internet?. Si crees ¿Te ha sucedido alguna vez enamorarte de alguien por este medio?
Muchos relacionan Amor con Caridad. Sin embargo, me gusta la conexión Amor-Libertad. No recuerdo quien dijo que no existe el amor, sino las pruebas de amor. La prueba de amor a aquel que amamos es dejarlo vivir libremente.

  1. ¿Qué te gusta más, el día o la noche y por qué?
La noche tiene un encanto especial. Es una psicóloga que con la luz del día desaparece.

  1. ¿Para ti qué va antes, el amor  o el sexo?
El sexo es algo natural y los que más me conocen saben que soy ecologista (broma). Sin duda, el sexo con amor es más sexo y el amor sin sexo puede seguir siendo amor.

  1. ¿Café con o sin leche?
Casi siempre con leche, pero un buen café solo, en momentos determinados, no está nada mal.

  1. Qué elegirías entre dos cosas ¿Recibir un beso de alguien enamorado de ti pero a quien tú no correspondes o besar a alguien a quien quieres pero que no te corresponda?
Respondo con otra pregunta. En cuestiones de besos ¿Se pueden recibir sin dar? Descarto las dos opciones.

  1. ¿Qué odias y que te atrae de una persona?
Es curioso, pero admito que lo que me puede atraer de una persona es probable que lo odie en otra persona distinta y algo que odie en “X” me atraiga en “Y”. Cuestión de personas; somos una “máquina” tan compleja…

  1. ¿Crees en el amor a primera vista?
Creo en una mirada, en una llamada de atención, en eso que llaman feeling. Es poco romántico decirlo, pero amores a primera vista sin esa “química”, no llegan a ninguna parte. (Creo).

  1. ¿A qué tres blogueros pasarías estas preguntas?
Jesús Marrero. @jebeloal
Crys Rodríguez. @Cristyrguez
Carolina Sarai Sexto. @carolsarai

miércoles, 27 de julio de 2011

Marcas para siempre


                
                          Ocurrió en 1978

   Como casi todo, al final también resulta ser un negocio. Leo en la prensa que el Real Madrid CF se convierte en la enseña de más valor en España y ya es la marca de mayor valor económico entre los clubes de fútbol de todo el planeta.


   Diferentes agencias especializadas valoran a la marca blanca por encima de los mil cien millones de euros. Atrás quedaron los tiempos en los que la recaudación de las taquillas era la principal fuente de ingresos de los equipos. Actualmente los operadores televisivos, publicidad y merchandising son el verdadero pilar económico en el que se sustentan las entidades deportivas de elite. ¿Hablan estos datos de un saneamiento financiero en los clubes más poderosos? De ser así ¿Por qué escuchamos tantas veces hablar de su deuda millonaria? No lo sé; probablemente ocurra en las instituciones lo mismo que en las personas físicas y que en realidad la solvencia se mida en función de la capacidad de endeudamiento que tengamos. Siempre que hablo de deudas, me viene a la cabeza una frase de no recuerdo que autor; dice así: Si le debes diez millones al banco, tienes un problema; si le debes mil millones, quien tiene el problema es el banco. Por lo que a mi respecta, todos estos asuntos no me preocupan. No soy de los que entran en debates improductivos sobre si es una frivolidad pagar decenas de millones de euros por un jugador, sobre si es ético o no hacerlo estando anegados por la crisis económica más profunda que se pueda recordar… al fin y al cabo quién de nosotros no peca de vez en cuando de algún exceso. Soy “mileurista” y no hay mes en el que no salga a cenar fuera con la familia, vaya al cine, salga de fiesta, etc. Sin obviar que frecuento cafeterías a diario para saciar mi “adicción” a la cafeína. Luego, si aplicamos la ley de la proporcionalidad, posiblemente yo derroche tanto o más que estos clubes multimillonarios. Prefiero pues, quedarme con el deporte puro, con las simpatías, con los sentimientos. Simpatías con el Real Madrid por cuestiones tradicionales y sentimentales con “El Tete”.


Tenía ocho años y aquella iba a ser mi primera visita al Heliodoro Rodríguez López para ver al Tenerife. Los días previos los viví con una ilusión que mis amigos del cole ni compartían ni entendían. Todos eran del Barça, del Madrid y alguno que otro del Bilbao o de la Real Sociedad. Por aquel entonces sólo Radio Club Tenerife radiaba los encuentros, (cuando jugaba como local) y en el ámbito televisivo, teníamos que esperar al Telecanarias del lunes para poder ver  minuto y medio de resumen del partido jugado el día anterior. Si a esto añadimos que nuestro representativo estaba en segunda división B, era más que comprensible la nula expectación  que despertaban sus partidos en la gente. El mío era un caso peculiar; tenía la necesidad moral de seguir al equipo que representaba a mi tierra, de seguir al equipo que algún día se encargaría de pasear el nombre de “mi islita” por todo el continente, (si eres seguidor/a del Tete, seguro que acabas de recordar a Rommel Fernández). Estábamos bien representados con el Tres de Mayo de balonmano, con el Náutico y el Canarias de baloncesto, en Jockey con el Tenerife La Salle… pero faltaba el fútbol.


En el coche, camino hacia el estadio,  Montse y Eduardo sufrieron el asedio de mil preguntas. Me preocupaba hasta el precio de la entrada y aunque estaba seguro que mi hermana y mi cuñado tendrían dinero suficiente, me inquietaba saber que en el bolsillo del pantalón sólo llevaba dos monedas de cinco duros. Trataban de tranquilizarme  diciendo que los niños no pagaban; más tarde, un ticket color sepia con una leyenda bien grande que decía “cien pesetas” se encargó de dejarlos en evidencia. Tras hacer cola, nos adentramos en el estadio por la puerta de la grada de Herradura, (conservada en la actualidad), corrimos bajo el armazón de hierro y tablas que conformaban el tendido  en busca del vomitorio que nos haría llegar al que era lugar de costumbre de mis acompañantes. Era un estadio vetusto, sin embargo  me impresionó. Han pasado décadas desde entonces, pero no olvido el agradable olor a hierba que transportaba el aire. Nunca había visto un campo de césped y hasta ese día, nunca había visto tanta gente junta. Aquel mediodía de un domingo de mil novecientos setenta y ocho, empatamos a cero  con el Mirandés. Aprendí, gracias a mi cuñado, que hay un lugar en España que se llama Miranda de Ebro y también aprendí que no está bien  insultar a nadie y mucho menos siendo un niño; no está bien insultar a nadie aunque el receptor de los agravios vista de negro y sea el encargado tomar decisiones en contra de tu equipo. Me quedó bien claro             -Aunque mil personas se metan con ese “cabr…” tu calladito eh…- Me decía mi hermana Montse visiblemente enfadada por la actuación arbitral.


   Fueron muchas y bonitas sensaciones, un cúmulo de grandes emociones, hasta el punto que al llegar a casa y aprovechando que todos veían la tele, todavía tuve tiempo para un nuevo aprendizaje. Bajé al sótano y con el “chingo” que sale al presionar una botella de alcohol de noventa y seis grados, escribí en el suelo las iniciales de mis equipos favoritos: CDT y RM. Dejé el envase en el suelo y para que no se secara la escritura, cogí rápidamente un mechero para hacer que aquella “obra de arte” brillase cual letrero de neón en Las Vegas. Apagué la luz y les prendí fuego. Fue todo muy bonito, el efecto deseado lucía con esplendor; todo muy bonito hasta que estalló el botellín de alcohol y ardieron todas las cortinas próximas al imprudente montaje pirotécnico. Mi pierna izquierda quedó envuelta en fuego y aunque logré sofocarla rápidamente metiéndome en una pila de lavar ropa llena de agua, sufrí una gran quemadura  sobre el tobillo. La cicatriz, una marca de unos ocho centímetros, treinta años más tarde todavía es visible. Por tanto, en cuestiones de marketing, ni Florentino Pérez ni el mismísimo Santiago Bernabéu fueron los precursores. La “marca” Real Madrid se creó  en el año setenta y ocho, el mismo día que su autor aprendió que quien juega con fuego, termina quemado. Sirva como moraleja para los dirigentes deportivos.

domingo, 17 de julio de 2011

El pasajero del último camión

               
                       Ocurrió en agosto de 2007

    Ya no será necesario plantearse la modificación de los libros texto sobre la visiblidad o no de la Gran Muralla china desde el espacio.
El satélite "Proba" de la Agencia Espacial Europea (ESA), que orbita a seiscientos kilómetros de la superficie terrestre, ha captado la imagen de un segmento de dicha construcción, lo que confirma que, al menos desde esa altura, es la única construcción humana visible desde el espacio. La imagen se obtuvo gracias a la cámara del Proba (Project for On-Board Autonomy), cuya resolución es "mucho mayor que la del ojo humano", ya que es capaz de tomar imágenes de objetos de tan sólo 5 metros cuadrados

   La polémica sobre la "relativa visibilidad" de la muralla desde el cielo comenzó cuando el primer astronauta chino, Yang Liwei, aseguró, tras volver de su misión de veintidos horas, que no se podía ver la muralla desde el espacio, como hasta entonces sostenían hasta los libros de texto.

    Poco o nada entiendo sobre estos temas, pero desde mi ignorancia me atrevo a decir que en el espacio, al igual que en La Tierra, pueden existir factores que contribuyan en mayor o menor medida a la visibilidad. Lo podemos comprobar en la fotografía de la derecha, donde se observa que la gran contaminación existente en Santiago de Chile, desfavorece la nitidez de la instantánea.

    En cambio, en lugares como Canarias, todavía podemos felicitarnos por la limpieza de nuestro cielo, hasta el punto de poder subir al pico del Teide para otear desde allí todas las islas del archipiélago. Parece que hasta los incendios forestales nos han dado una tregua. Éstos favorecen el incremento de la contaminación ya que producen dióxido de carbono y afortunadamente llevamos unos años sin sufrir ninguno de gran calibre.

   Habíamos tenido un día agobiante, la gran humedad en el ambiente propiciaba que los treinta grados de temperatura pareciesen cuarenta. Pensé que la jornada de trabajo concluiría al terminar una nota de prensa en la que informaba de la histórica afluencia de usuarios que había tenido ese día la piscina municipal, con más de mil doscientos bañistas. Concluyendo la redacción, recibo la llamada de un concejal  - necesitamos voluntarios, se está quemando el monte. No perdí ni un segundo de tiempo. Miré el reloj y marcaba las siete de la tarde; ese era el momento que había esperado durante todo el agotador día porque daría paso a un merecido descanso: En aquel veintiocho de agosto de dos mil siete, sólo fue un punto y seguido. En menos de diez minutos llegué a los aledaños del ex-convento de San Sebastián. Nos habían congregado allí porque iba a ser el punto de partida de todo el voluntariado. Me sorprendió gratamente ver tanta gente. La parte egoísta que todos tenemos dentro, me llevó a pensar durante unos minutos que quizá mi participación en el despliegue no tendría porqué ser tan necesaria. Las informaciones que llegaban no eran nada alentadoras. El fuego lo teníamos a escasos quince minutos en coche.  Admito que pasé miedo. Yure estaba embarazada de María y el “fantasma del pánico” me poseyó por momentos. Tardé más en avisarla que ella en llegar.   -¿Vas a ir? Ten mucho cuidado por favor. Dijo en voz baja mirándome a los ojos. Entendí que quería trasladarme ánimo pero sus palabras aumentaron mi inseguridad. Me sentí un poco cobarde. Todas mis sensaciones dieron un vuelco cuando escuché decir que los vecinos de Erjos tenían que ser evacuados. Muchos eran conocidos míos. No era justo que yo mantuviese un debate interno sobre mi participación en el dispositivo contra el fuego mientras decenas de vecinos se veían obligados a abandonar sus hogares. Observé que Lorena se ponía al volante de un furgón del ayuntamiento. A mi silbido respondió con un disimulado movimiento de cabeza invitándome a subir mientras ponía su dedo índice sobre los labios en una señal inequívoca de silencio. No lo pensé más. Lo único que me demoró en abalanzarme por la puerta trasera de aquel vehículo, fue lo que tardé en dar un beso a Yure y otro a su barriguita. 

La conductora, amiga desde hace muchos años, confesó que la policía le había prohibido llevar a nadie, pero afirmaba tener algo de miedo y por eso al verme decidió saltarse la norma para no ir sola.  Llevábamos agua, leche, bocadillos y mantas. Bastaron unos pocos kilómetros de ascenso por la serpenteante carretera de Tierra del Trigo, para encontrarnos con un control policial. Una vez les informamos de nuestro cometido, nos indicaron que teníamos que dejar todos los víveres en aquel sitio ya que era demasiado arriesgado seguir hasta el lugar de destino; ellos se encargarían del reparto. Desde aquel punto, las llamas eran visibles y la atmósfera casi irrespirable. Con resignación y cierto grado de alivio, regresamos, sin embargo durante el trayecto de vuelta nos encontramos con varios camiones que subían cargados de voluntarios. La conciencia me remordía, no podía perdonarme el hecho de no estar en uno de aquellos camiones, porque ésos, si que iban a llegar al frente de la batalla. Nada más echar el freno de mano, contemplé tres escenas. La primera fue una cara que denotaba asombro y alegría; la de mi mujer. La segunda, muchas mujeres y niños circunspectos, con evidentes signos de preocupación porque a su vez observaban la tercera de las escenas: sus familiares subiendo al último camión de voluntarios. Esta vez, sendos besos a Yure y su barriguita fueron la tarjeta de embarque para hacerme pasajero del último camión.

Fue una noche muy larga y el enemigo demasiado fuerte. Tres días para vencerlo, tres días con respiración gutural. Lo que más nos ayudó fue la frase del capataz de nuestra cuadrilla  -No pasa nada si tienen miedo, de no tenerlo el fuego nos ganará. Las  tristes anécdotas con el consejero Wladimiro Rguez Brito, quedan para otro post. Es curioso, pero el mismo día que se publicó en los periódicos la nota de prensa sobre el éxito de afluencia en nuestra piscina, se podía ver la foto de Canarias desde el espacio con dos murallas verticales formadas por el humo del incendio.

lunes, 11 de julio de 2011

Una presencia real

              Ocurrió en los ochenta...

    Leyendo un artículo de Zenaida Bacardi de Argamasilla, me encuentro con una frase que subscribo en toda su amplitud: “los niños no son algo molesto y majadero... son  material de crecimiento y la verdadera alegría de la vida. María, con poco más de tres años, se encarga de confirmarlo periódicamente,  pues es un claro exponente de vitalidad, crecimiento y júbilo. Incluso con sus travesuras logra poner una carcajada en mi pensamiento y una sonrisa disimulada en mi rostro. La semana pasada le comenté que necesitaba descansar unos minutos tumbado en el sofá porque estaba agotado y alcanzamos de manera rápida un acuerdo por el cual ella no tendría que hacer demasiado ruido y yo, a cambio,  la llevaría a tomar un helado, - no te preocupes Papito, me portaré bien. Metido como si flotase en ese trance crepuscular donde el cuerpo está medio dormido, medio despierto, escucho el martillear constante ocasionado por el apresurado caminar de mi compañera de pacto, calzada con los tacones de Mamá y pidiéndole a ésta a todo grito que no hiciera ruido para no despertarme.

Se nos está haciendo toda una mujer. Llegar a casa después de una dura jornada de trabajo y encontrar siempre el abrazo asfixiante de la pequeña, es algo que no tiene precio y que me hace retrotraer en el tiempo para conmemorar aquella siempre desesperada espera por la guagua que traía a mi padre de vuelta a casa.

 Siempre se mostró reticente a la hora de sacar el carné de conducir. Decía que para algo estaba el transporte público. Era un hombre poco común, con un nombre, Orlando, poco común y yo un niño de doce años, que antes de salir a jugar a la pelota con los amigos, prefería esperar por “el viejo”, algo no demasiado común.

Desde la terraza podía divisar varios kilómetros de la carretera por donde, día tras día, cuando el reloj se acercaba a las seis y media de la tarde, tendría que llegar la guagua. Trabajaba a casi una hora de casa, en un hotel del Puerto de La Cruz y el cansancio del traslado nunca fue óbice para ser participativo en las labores de la casa. Manejaba a la perfección la carpintería; como albañil no tenía nada que envidiar a nadie; en la cocina un auténtico cheff; se empeñó en comprar una máquina de coser que terminó utilizando más y mejor que mi propia madre; no recuerdo haber visto en casa a un electricista porque ya se encargaba él. Mis regalos de cumpleaños y Reyes más apreciados eran carretillas, camiones, coches y otras muchas cosas de la “factoría de sus manos”. Hablando de manos, recordar como anécdota que un buen día se puso en las de las mujeres de la casa y tras un largo proceso de convencimiento, lograron teñirle el pelo. Lo anecdótico estuvo al día siguiente cuando despertó; más hinchado que un balón de playa, con los pómulos y las cejas con una inflamación tal que llegaba a ocultar sus ojos… Camino del médico ponía como disculpa a quién le preguntaba que había sido cosa de los mosquitos; ya en consulta no le quedó otro remedio que contar la verdad.

Cuando mi madre le pasaba cumplida información sobre mi mal comportamiento, le decía en voz baja que lo menos que le apetecía, después de haber estado todo un día por fuera, era tener que regañarme y que ella gozaba de toda la autoridad para hacerlo, sin embargo, siempre buscaba un momento de charla efectiva para hacerme comprender que con mi colaboración todo sería más fácil en casa.

Nos dejó pronto, con sólo sesenta y un años. Asumiendo que hay casos mucho peores y de justificación casi imposible, tampoco resulta fácil entender su precipitada marcha; como consuelo, si cabe, puedo admitir que una persona de tal valía, también era necesaria en otras latitudes… bien podría ser la Divina.


No pudo terminarlo

A él le debo la edición de este blog. Quien me lea puede pensar que son palabras para quedar bien y que es imposible porque en la década de los ochenta, ni existían los blogs ni Internet estaba al alcance de todos. Me entenderían mejor si con anterioridad, cuando hacía acopio de las habilidades de mi padre,  hubiese explicado que entre todas,  destacaba su afición a la pintura al óleo. Al margen de muchos valores como persona, su mejor legado son sus cuadros y cada vez que los observo, experimento que su presencia,  más que sentida, es real; por tanto y parafraseando a quién dijo que cuando se copia hay que copiar sólo lo que vale la pena, intento que este blog sea un buen legado para mi hija y seres queridos cuando ya no esté.

jueves, 16 de junio de 2011

Lágrimas del Teide

                                Ocurrió en 1989

     Los momentos en los que La Tierra, por intromisión, quitaba brillo a nuestro satélite, fueron vistos en la tarde-noche de ayer por millones de personas en todo el mundo. Las Islas Afortunadas, volvieron a hacer honor a este merecido calificativo, delegando para la ocasión en Nivaria. Ver como la sombra del Teide señala con precisión casi milimétrica el eclipse lunar, es un espectáculo de la naturaleza que incluso está fuera del alcance de los directores artísticos más prestigiosos de este planeta.
                                           Foto del Silense Pedro Augusto Baez
 
    La luna se mostraba con un tono rojizo propiciado por las  partículas en suspensión provocadas por las emisiones de varios volcanes durante los últimos meses. Tampoco faltaron las inoportunas nubes, ya se sabe que en toda “fiesta” siempre se presenta algún/a impertinente. En Las Cañadas se congregaron decenas de científicos y muchos aficionados, llegados desde varias ciudades españolas, que han contemplado además durante el crepúsculo, cómo a la alineación perfecta que formaban el Sol, la Tierra y la Luna se sumaba la sombra de nuestro Teide.  Me contaban a través de las redes sociales que muchos se llegaron a emocionar, a lo que siempre respondí “Es que el Teide emociona”. Normalmente procuro  “no dar puntada sin hilo” y en referencia a la frase de la emoción que provoca el volcán  en mi , no he hecho una excepción.

   Varias décadas atrás se debatía en nuestro País la eliminación del servicio militar obligatorio. Pensando en positivo, mi familia me decía que con un poco de suerte habrían posibilidades de que la nueva ley me pillase…no fue así. Como mal menor, todavía tenía esperanzas de que me tocase servir nueve meses en lugar de doce, ya que se había planteado una especie de “rebaja de condena” para los que estábamos obligados a ingresar en filas…tampoco fue así. Un último recurso para no ser esquivo con el optimismo era pensar que mi destino estuviese cerca de casa. Cualquier cuartel de Tenerife me facilitaría estar próximo a  la familia, al fin y al cabo, con diecinueve años ya eres un hombrecito para ciertas cosas pero un jovencito inseguro para otras. El optimismo, el positivismo y el sorteo, me enviaron de cabeza durante un año a Gran Canaria.

   No hizo falta más tiempo, bastó con una semana en Las Palmas para tener batallitas que contar y para que mi moral quedase minada. Un compañero, (recluta también), intentó suicidarse colgándose de un árbol con el correaje del uniforme. De inmediato, alarmados por nuestros gritos aparecieron los mandos del regimiento. Por un momento pensé que tratarían de tranquilizarnos y que sabrían actuar ante una situación tan extrema como aquella. –Nenazas, ¿Por qué gritáis?, iros acostumbrando a esto. El próximo que se quiera matar que me pida ayuda- Así de sutil fue el pronunciamiento de uno de mis superiores. Corrí hacia el servicio con el estómago en “modo centrifugado on” en busca de alivio, sin embargo, lo que encontré fue un soldado veterano que cogiéndome fuertemente del cuello y empujándome contra la pared me dijo con un inconfundible acento andaluz, -vigila que no venga nadie o te pincho- mientras me mostraba la jeringuilla que sostenía en su otra mano. Acto seguido calentó con un mechero no se que sustancia mezclada con limón en una cuchara. Lo que continuaba preferí ignorarlo; me temblaban las piernas con mayor intensidad que el día del examen práctico para el carné de conducir. Me limité a custodiar la entrada de aquellas letrinas hasta que el energúmeno en cuestión saciase sus adicciones. Todavía tuvo tiempo para invitarme a compartir su jeringa, afirmando que más tarde o más temprano, estando en aquel lugar me haría falta. SALÍ POR PATAS.

   Todo sucedió en una tarde en la que suponíamos que tendríamos algo de libertad. Intenté sobreponerme a tanta adversidad tumbándome sobre mi litera para  pensar que nada de lo vivido era verdad. Minutos más tarde, sólo un par de minutos más tarde, voz en grito de un sargento pidiendo que formásemos porque nos íbamos de excursión sorpresa, (instrucción nocturna). Con tanto ajetreo olvidé llevar a la instrucción el corcho que se utilizaba para pintarnos la cara y poder quedar mimetizados ante el supuesto enemigo. -No te preocupes, aquí hay solución para todo, si olvidaste el corcho, mea en la tierra, haz barro y te pintas con eso- dijo el iracundo Mr. Sargent. Ante mi incredulidad apuntilló – O meas tú o meo yo-

   A la mañana siguiente, antes de formar para el desayuno e inquieto por no saber lo que me podía deparar el día, traté de desconectar un poco y curioseando me “alongué” en un muro del patio de armas. Estaba allí: Firme, contundente, precioso; tan cerca pero tan lejos. Como decimos l@s Canari@s, me bajaron las lágrimas como a un niño chico y para más INRI era Noviembre y estaba nevado… y es que El Teide emociona.

   Fueron los primeros días de mi servicio militar, pero no todo fue malo. En ese año descubrí que Gran Canaria es una isla maravillosa con una gente maravillosa. Descubrí también el verdadero significado de una frase muy socorrida…descubrí, que cuando vas a servir a la Madre Patria, es cuando te das cuenta de que “Madre no hay más que una”

   No hubiese sido justo que María, en un futuro espero que muy lejano, cuando le apetezca repasar esta humilde y personal herencia literaria, no encontrase entre las batallitas narradas, unas líneas dedicadas a la puta mili. (No tacho por rectificación, sino por educación) .

domingo, 12 de junio de 2011

Compota de Manzana

                Ocurrió en 1984

    Ni creo que lo sea ahora, ni lo fui entonces; no voy a decir que con catorce años fuese un chico especial, ni muchísimo menos, pero si diferente, algo raro, con preocupaciones un tanto extrañas. Casi sin quererlo, llevado en volandas por lo que llaman empatía y víctima del argot popular que dice que "la cabra siempre tira pa'l monte", terminé rodeándome de cuatro o cinco amiguetes con "rarezas" similares.

No llegábamos a entender a aquellos compañeros de clase que dibujaban en sus cuadernos el rostro del "Che Guevara" por el simple hecho de estar de moda. Es verdad que la ignorancia en esas edades puede llegar a ser bonita, sin embargo llega a convertirse en aberrante cuando al cuestionar a alguno sobre el porqué de su idolatría al Che, respondía que lo hacía porque se sentía representado por él ya que era un puntal que fumaba canutos y encima era canario.. y que decir de los que con un "boli bic" tatuaban en sus brazos la esvástica... -y tú qué quieres, el símbolo está guapo, pasa de mi- decían. En eso coincidíamos, lo mejor era pasar de ellos. Estoy por asegurar que al menos uno o dos de estos fans de Che,  participan en la actualidad en el "Movimiento 15M", diciendo que están "indignados" sin saber muy bien porqué. Sobra decir que nuestro "subgrupo", era el peor parado a la hora de intentar ligar; las chicas de entonces sabían muy bien lo que querían o como mínimo, sabían muy bien lo que no querían y en ese segundo concepto es donde quedábamos enmarcados nosotros.

Con todo, podría parecer que éramos un grupito de "empollones aburridos" y no es cierto; sólo que nos divertíamos de otra manera. Improvisábamos tertulias y debates para acabar indefectiblemente discutiendo amistosamente. Muy pocos conocimientos podíamos tener sobre si la dictadura en Cuba era más o menos aceptable que las de derechas, pero ese mismo desconocimiento era el que propiciaba que antes de ir a la cama, con objeto de tener una opinión formada o razonada para el próximo debate, consultáramos "Maravillas del Saber", la enciclopedia que todos teníamos en casa y que nuestros padres compraron y pagaron en "cómodas mensualidades" (para Internet y Wikipedia faltaban muchos años).


Para las travesuras también había lugar. Con la perspectiva que da el paso del tiempo, hoy entiendo que hasta en eso fuimos heterodoxos.  En nuestra sala de reuniones particular, (la acera de la vivienda de uno de los contertulios), siempre había una radio. Por entonces estaban en boga las Orquesta Canarias, hasta el punto que "Radio Popular" puso en marcha un programa concurso dedicado a ellas; creo recordar que se llamaba “Compota de Manzana”. En él se emitían grabaciones de los conjuntos canarios y se daba la oportunidad a los oyentes de votar a su grupo favorito vía correo postal. A nosotros nos gustaba mucho la música latina, (especialmente la salsa) por eso éramos fieles radioyentes y aquel viejo transistor de pilas se encargaba de amenizar nuestras charlas. El problema surgía cuando el ruido de las máquinas de una carpintería cercana no nos dejaba escuchar debidamente.

 El carpintero era un señor cascarrabias y al mismo tiempo entrañable. Don José, casado con doña Silvina y conocido en el barrio como “José Morín”, apodo que se le atribuía por su lugar de nacimiento (Lomo Morín). A pesar de ello se enfadaba sobremanera  cuando lo llamabas así.  Reitero que era muy buena persona, pero necesitábamos vengarnos del causante de tanto ruido.

Cuando conoces las debilidades de tu “enemigo” ya partes con algo de ventaja. Y don José en el apodo tenía su talón de Aquiles. Invertimos nuestras pagas semanales en comprar tarjetas postales y sellos; en un plazo inferior a un mes la Orquesta “José Morín” apareció en el ranking de “Compota de Manzana” y formó parte de su Top-ten durante mucho tiempo. No contentos con ello y con el deseo de que su enfado aumentase, conseguimos que otra orquesta producto de nuestra imaginación copase los puestos altos de la clasificación: Orquesta “Silvina Star”.

Toda esta broma llegó a su fin cuando el conductor del programa, sospechando algo, pedía insistentemente una maqueta, una grabación aunque fuese casera de aquel par de orquestas tan populares.

Sirva este post como homenaje póstumo a don José y doña Silvina. Si en el cielo hay Internet y pudieran leerme, estoy seguro que podrán aceptar mis disculpas.


NOTA: Don José, que sepa que uno de aquellos gamberretes que le decía “no hay derecho, lo que le están haciendo no es justo” fue uno de los promotores de la idea y hoy es alcalde de un pueblo de no se que sitio ni que país…

domingo, 10 de octubre de 2010

Cuestión de biorritmos

                    Ocurrió en 1998


   Siempre estoy buscando alguna excusa para evitar ir a ese tipo de eventos multitudinarios donde los decibelios  alcanzan cotas elevadísimas. Hoy por hoy afronto el día de descanso anhelando poder disfrutar de la tranquilidad del hogar y esperando que la salida más larga sufra un stop a escasos dos kilómetros de casa, en el que llamamos “Paseo de la ballena”.

 Me gusta ese lugar por la tranquilidad que ofrece. Hasta le he cogido cariño. Considero un privilegio sentarme en uno de sus bancos y respirar aire puro mientras veo el andar parsimonioso de los transeúntes. Posiblemente exagero si digo que es un lugar paradisíaco, pero me baso en la teoría de que reúne todas las condiciones  para poder hacer un auténtico ejercicio de relajación. El batir de las olas oficia de música terapéutica y puedo gozar de un ambiente sereno que sólo se ve alterado en ocasiones por las travesuras de María y la consiguiente regañina de su madre, circunstancia ésta que incluso me hace sonreír porque no hay quien soporte el ritmo de esta niña. Es sorprendente comprobar la fuente de energía inagotable que tienen los pequeños; ¿no se cansan nunca? Los entendidos lo atribuyen a los biorritmos y aseguran que se debe a esos ciclos naturales de energía que son estables en nuestros primeros años de vida pero que, conforme maduramos, pierden su conducta lineal para convertirse en  altibajos contínuos.

   Debe ser que me estoy haciendo mayor. Echando la vista atrás, por los años noventa,  recuerdo ser parte activa de un grupo de amigos entusiastas. Siempre había tiempo para todo. Nos implicábamos en infinidad de actividades de carácter sociocultural, hasta el punto de constituirnos en sociedad fundando la “Asociación Juvenil Talavera”. Limpiábamos senderos, playas, concertábamos hermanamientos con otros colectivos, organizábamos actos culturales como el Corpus Christi, las fiestas populares de San Bernardo, San Cristóbal y La Inmaculada Concepción, el Entierro de la Sardina y otras muchas actividades. Recuerdo con especial cariño la creación de un periódico de ámbito local al que llamamos “La Voz de Daute”. Con todo, todavía quedaban energías y tiempo para salir de fiesta, o mejor dicho, obligatoriamente había que reservar tiempo para salir de fiesta. Sábado tras sábado perseguíamos la novelería de algún pueblo de la isla y allí acudíamos fieles a la verbena cual “Turronera de Maribel”. Salvo enfermedad o contingencia grave, no cabían disculpas; teníamos que salir de marcha si o si. Mas, recuerdo una fecha en que la situación se presentó complicada. Estábamos inmersos en la organización de las fiestas patronales de nuestro barrio y lo recaudado hasta el momento estaba por debajo de las previsiones más pesimistas. Nos reunimos esa tarde de sábado y convenimos en que todo se solucionaría incrementando el ritmo de trabajo y acordamos que el domingo a primera hora tendríamos que “ir a pedir”, (término que empleábamos  para definir la labor de ir llamando puerta por puerta, en un pueblo determinado, donde tendríamos que presentarnos como comisión de festejos y poniendo carita de buena gente, solicitábamos al vecino de turno su colaboración económica).

   A decir verdad, siendo tan jóvenes despertábamos algo de desconfianza entre los vecinos, máxime cuando se trataba de pedir dinero. Obviamente en nuestro pueblo eso no era inconveniente ya que la gente nos conocía y contábamos con “su bendición”, pero fuera todo era diferente y en aquella ocasión tocaba ir a pedir a Buenavista del Norte y Las Portelas.  Concluida la reunión y a modo de consuelo comenté al grupo que ante la necesidad de descansar era hasta positivo que no hubiese ningún baile por nuestra zona, pues lo más cercano era el tradicional baile de magos de Los Realejos; así las cosas, todos para casa con cara de resignación. No habían pasado dos horas cuando aquel móvil “Alcatel” de unos veinte centímetro de longitud empezó a sonar. Al contestar se produjo una conversación que parecía parodiar el pasaje Bíblico donde Adán terminaba sucumbiendo ante las tentaciones de la serpiente, sólo que en esta ocasión no existían connotaciones lujuriosas, pues Lorena era como mi hermana pequeña y lo único que pretendía era que fuésemos al baile de magos de Los Realejos.

-Estás loca – le dije- Sabes que mañana a primera hora tenemos que ir a pedir.

- ¿Cuál es el problema? Vamos al baile, regresamos al amanecer, nos cambiamos de ropa y a pedir; por un día sin dormir no va a pasar nada. – replicó ella-

   Terminé aquella conversación con un no rotundo. Su segunda llamada obtuvo la misma respuesta. En la tercera utilizó recursos de manera capciosa que casi textualmente decían -Claro, es que seguro que vas con tus amiguitos… a lo mejor es que no quieres que te acompañe. Se produjo la cuarta llamada y acabé buscando en el armario el traje típico. Fue una buena noche.

    Siendo más joven que yo, Lorena mostraba hacia mí una tendencia ciertamente proteccionista. Hacía una selección de la gente que me rodeaba y siempre que podía se acercaba para decirme al oído –con ésta si, con aquella no, cuidado con la otra, mira que esa es una lagarta. En cierto modo confieso que casi siempre coincidíamos.

    Sobre las dos de la madrugada observó que una morena guapísima había despertado mucho interés en mí, además, no dejaba de mirarla porque su rostro me resultaba familiar. –Guapa ¿verdad? Apuntó Lorena dejando en evidencia mi poca habilidad para disimular ciertas conductas. Sus palabras me dieron alas y poco a poco fui tanteando el terreno para comprobar si obtenía reciprocidad en lo que al coqueteo con aquella morenaza se refiere. –Atácale, no seas bobo- sentenció mi representante oficial. No podía dejar pasar aquella oportunidad; lo cierto es que no fui yo quien dio el primer paso, pues la joven que me gustaba, se acercó a mí y movió ficha diciéndome algo. Con tanto bullicio y por lo incierto de la situación no logré entender lo que me dijo y queriéndole decir que estaba seguro de conocerla le comenté afirmando -Te conozco de algo. ¡Para que fue aquello! La morena interpreto que mis palabras llevaban una gran dosis de arrogancia y le puso hasta signos de interrogación. Entendió que con la frase pretendía ignorarla. Por más que intenté explicarme, todo acabó en una gran discusión donde el calificativo más suave que recibí fue el de  engreído prepotente. A partir de ahí procuré seguir divirtiéndome pero ya había perdido la motivación.

   Por una vez que se equivocaba tampoco era cuestión de reprochar a Lorena el desatino de su ojo clínico. Entre unas cosas y otras, pasaron las horas y llegó el momento de volver a casa. La ducha convenida sirvió para disimular los visibles efectos que  trasnochar produce en el rostro. Llegamos al punto de reunión y con el resto del grupo emprendimos la faena recaudatoria. En el cielo ni una nube que amortiguara el castigo del sol en nuestros ojos cansados, pero daba igual, había que cumplir. Como no podía ser de otra manera, una vez más se dieron las típicas frases que escuchas después de llamar a una puerta para pedir dinero. “Mi madre dice que no está”, “Yo no doy para fiestas”, “Pasa otro día que todavía no he cobrado… Me llamó la atención el caso de un señor que nos recibió refunfuñando pero que al final terminó contribuyendo de manera contundente tras haber sido convencido por alguien desde el interior de su casa. En fin, hay anécdotas para escribir un libro. Terminamos después del mediodía y para ser sinceros, pese al cansancio, el día se dio mejor que la noche en función de los resultados obtenidos, pues se recaudó una suma importante. A día de hoy, metidos en pleno siglo veintiuno, es difícil ver a jóvenes comprometidos y estoy convencido que muchas veces es por la falta de colaboración de nosotros, los más veteranos.

Por cierto, seis años después de aquel baile de magos, por culpa de una enfermedad pasajera, Lorena no pudo asistir a lo que fue una gran fiesta, pues resulta que en septiembre de dos mil cuatro, aquella morenaza y yo nos casamos en Buenavista y celebramos el banquete en Los Silos.
NOTA: El señor que primero refunfuñó y después colaboró, es mi suegro y Lorena sigue siendo mi hermana pequeña.