domingo, 12 de junio de 2011

Compota de Manzana

                Ocurrió en 1984

    Ni creo que lo sea ahora, ni lo fui entonces; no voy a decir que con catorce años fuese un chico especial, ni muchísimo menos, pero si diferente, algo raro, con preocupaciones un tanto extrañas. Casi sin quererlo, llevado en volandas por lo que llaman empatía y víctima del argot popular que dice que "la cabra siempre tira pa'l monte", terminé rodeándome de cuatro o cinco amiguetes con "rarezas" similares.

No llegábamos a entender a aquellos compañeros de clase que dibujaban en sus cuadernos el rostro del "Che Guevara" por el simple hecho de estar de moda. Es verdad que la ignorancia en esas edades puede llegar a ser bonita, sin embargo llega a convertirse en aberrante cuando al cuestionar a alguno sobre el porqué de su idolatría al Che, respondía que lo hacía porque se sentía representado por él ya que era un puntal que fumaba canutos y encima era canario.. y que decir de los que con un "boli bic" tatuaban en sus brazos la esvástica... -y tú qué quieres, el símbolo está guapo, pasa de mi- decían. En eso coincidíamos, lo mejor era pasar de ellos. Estoy por asegurar que al menos uno o dos de estos fans de Che,  participan en la actualidad en el "Movimiento 15M", diciendo que están "indignados" sin saber muy bien porqué. Sobra decir que nuestro "subgrupo", era el peor parado a la hora de intentar ligar; las chicas de entonces sabían muy bien lo que querían o como mínimo, sabían muy bien lo que no querían y en ese segundo concepto es donde quedábamos enmarcados nosotros.

Con todo, podría parecer que éramos un grupito de "empollones aburridos" y no es cierto; sólo que nos divertíamos de otra manera. Improvisábamos tertulias y debates para acabar indefectiblemente discutiendo amistosamente. Muy pocos conocimientos podíamos tener sobre si la dictadura en Cuba era más o menos aceptable que las de derechas, pero ese mismo desconocimiento era el que propiciaba que antes de ir a la cama, con objeto de tener una opinión formada o razonada para el próximo debate, consultáramos "Maravillas del Saber", la enciclopedia que todos teníamos en casa y que nuestros padres compraron y pagaron en "cómodas mensualidades" (para Internet y Wikipedia faltaban muchos años).


Para las travesuras también había lugar. Con la perspectiva que da el paso del tiempo, hoy entiendo que hasta en eso fuimos heterodoxos.  En nuestra sala de reuniones particular, (la acera de la vivienda de uno de los contertulios), siempre había una radio. Por entonces estaban en boga las Orquesta Canarias, hasta el punto que "Radio Popular" puso en marcha un programa concurso dedicado a ellas; creo recordar que se llamaba “Compota de Manzana”. En él se emitían grabaciones de los conjuntos canarios y se daba la oportunidad a los oyentes de votar a su grupo favorito vía correo postal. A nosotros nos gustaba mucho la música latina, (especialmente la salsa) por eso éramos fieles radioyentes y aquel viejo transistor de pilas se encargaba de amenizar nuestras charlas. El problema surgía cuando el ruido de las máquinas de una carpintería cercana no nos dejaba escuchar debidamente.

 El carpintero era un señor cascarrabias y al mismo tiempo entrañable. Don José, casado con doña Silvina y conocido en el barrio como “José Morín”, apodo que se le atribuía por su lugar de nacimiento (Lomo Morín). A pesar de ello se enfadaba sobremanera  cuando lo llamabas así.  Reitero que era muy buena persona, pero necesitábamos vengarnos del causante de tanto ruido.

Cuando conoces las debilidades de tu “enemigo” ya partes con algo de ventaja. Y don José en el apodo tenía su talón de Aquiles. Invertimos nuestras pagas semanales en comprar tarjetas postales y sellos; en un plazo inferior a un mes la Orquesta “José Morín” apareció en el ranking de “Compota de Manzana” y formó parte de su Top-ten durante mucho tiempo. No contentos con ello y con el deseo de que su enfado aumentase, conseguimos que otra orquesta producto de nuestra imaginación copase los puestos altos de la clasificación: Orquesta “Silvina Star”.

Toda esta broma llegó a su fin cuando el conductor del programa, sospechando algo, pedía insistentemente una maqueta, una grabación aunque fuese casera de aquel par de orquestas tan populares.

Sirva este post como homenaje póstumo a don José y doña Silvina. Si en el cielo hay Internet y pudieran leerme, estoy seguro que podrán aceptar mis disculpas.


NOTA: Don José, que sepa que uno de aquellos gamberretes que le decía “no hay derecho, lo que le están haciendo no es justo” fue uno de los promotores de la idea y hoy es alcalde de un pueblo de no se que sitio ni que país…

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