domingo, 17 de julio de 2011

El pasajero del último camión

               
                       Ocurrió en agosto de 2007

    Ya no será necesario plantearse la modificación de los libros texto sobre la visiblidad o no de la Gran Muralla china desde el espacio.
El satélite "Proba" de la Agencia Espacial Europea (ESA), que orbita a seiscientos kilómetros de la superficie terrestre, ha captado la imagen de un segmento de dicha construcción, lo que confirma que, al menos desde esa altura, es la única construcción humana visible desde el espacio. La imagen se obtuvo gracias a la cámara del Proba (Project for On-Board Autonomy), cuya resolución es "mucho mayor que la del ojo humano", ya que es capaz de tomar imágenes de objetos de tan sólo 5 metros cuadrados

   La polémica sobre la "relativa visibilidad" de la muralla desde el cielo comenzó cuando el primer astronauta chino, Yang Liwei, aseguró, tras volver de su misión de veintidos horas, que no se podía ver la muralla desde el espacio, como hasta entonces sostenían hasta los libros de texto.

    Poco o nada entiendo sobre estos temas, pero desde mi ignorancia me atrevo a decir que en el espacio, al igual que en La Tierra, pueden existir factores que contribuyan en mayor o menor medida a la visibilidad. Lo podemos comprobar en la fotografía de la derecha, donde se observa que la gran contaminación existente en Santiago de Chile, desfavorece la nitidez de la instantánea.

    En cambio, en lugares como Canarias, todavía podemos felicitarnos por la limpieza de nuestro cielo, hasta el punto de poder subir al pico del Teide para otear desde allí todas las islas del archipiélago. Parece que hasta los incendios forestales nos han dado una tregua. Éstos favorecen el incremento de la contaminación ya que producen dióxido de carbono y afortunadamente llevamos unos años sin sufrir ninguno de gran calibre.

   Habíamos tenido un día agobiante, la gran humedad en el ambiente propiciaba que los treinta grados de temperatura pareciesen cuarenta. Pensé que la jornada de trabajo concluiría al terminar una nota de prensa en la que informaba de la histórica afluencia de usuarios que había tenido ese día la piscina municipal, con más de mil doscientos bañistas. Concluyendo la redacción, recibo la llamada de un concejal  - necesitamos voluntarios, se está quemando el monte. No perdí ni un segundo de tiempo. Miré el reloj y marcaba las siete de la tarde; ese era el momento que había esperado durante todo el agotador día porque daría paso a un merecido descanso: En aquel veintiocho de agosto de dos mil siete, sólo fue un punto y seguido. En menos de diez minutos llegué a los aledaños del ex-convento de San Sebastián. Nos habían congregado allí porque iba a ser el punto de partida de todo el voluntariado. Me sorprendió gratamente ver tanta gente. La parte egoísta que todos tenemos dentro, me llevó a pensar durante unos minutos que quizá mi participación en el despliegue no tendría porqué ser tan necesaria. Las informaciones que llegaban no eran nada alentadoras. El fuego lo teníamos a escasos quince minutos en coche.  Admito que pasé miedo. Yure estaba embarazada de María y el “fantasma del pánico” me poseyó por momentos. Tardé más en avisarla que ella en llegar.   -¿Vas a ir? Ten mucho cuidado por favor. Dijo en voz baja mirándome a los ojos. Entendí que quería trasladarme ánimo pero sus palabras aumentaron mi inseguridad. Me sentí un poco cobarde. Todas mis sensaciones dieron un vuelco cuando escuché decir que los vecinos de Erjos tenían que ser evacuados. Muchos eran conocidos míos. No era justo que yo mantuviese un debate interno sobre mi participación en el dispositivo contra el fuego mientras decenas de vecinos se veían obligados a abandonar sus hogares. Observé que Lorena se ponía al volante de un furgón del ayuntamiento. A mi silbido respondió con un disimulado movimiento de cabeza invitándome a subir mientras ponía su dedo índice sobre los labios en una señal inequívoca de silencio. No lo pensé más. Lo único que me demoró en abalanzarme por la puerta trasera de aquel vehículo, fue lo que tardé en dar un beso a Yure y otro a su barriguita. 

La conductora, amiga desde hace muchos años, confesó que la policía le había prohibido llevar a nadie, pero afirmaba tener algo de miedo y por eso al verme decidió saltarse la norma para no ir sola.  Llevábamos agua, leche, bocadillos y mantas. Bastaron unos pocos kilómetros de ascenso por la serpenteante carretera de Tierra del Trigo, para encontrarnos con un control policial. Una vez les informamos de nuestro cometido, nos indicaron que teníamos que dejar todos los víveres en aquel sitio ya que era demasiado arriesgado seguir hasta el lugar de destino; ellos se encargarían del reparto. Desde aquel punto, las llamas eran visibles y la atmósfera casi irrespirable. Con resignación y cierto grado de alivio, regresamos, sin embargo durante el trayecto de vuelta nos encontramos con varios camiones que subían cargados de voluntarios. La conciencia me remordía, no podía perdonarme el hecho de no estar en uno de aquellos camiones, porque ésos, si que iban a llegar al frente de la batalla. Nada más echar el freno de mano, contemplé tres escenas. La primera fue una cara que denotaba asombro y alegría; la de mi mujer. La segunda, muchas mujeres y niños circunspectos, con evidentes signos de preocupación porque a su vez observaban la tercera de las escenas: sus familiares subiendo al último camión de voluntarios. Esta vez, sendos besos a Yure y su barriguita fueron la tarjeta de embarque para hacerme pasajero del último camión.

Fue una noche muy larga y el enemigo demasiado fuerte. Tres días para vencerlo, tres días con respiración gutural. Lo que más nos ayudó fue la frase del capataz de nuestra cuadrilla  -No pasa nada si tienen miedo, de no tenerlo el fuego nos ganará. Las  tristes anécdotas con el consejero Wladimiro Rguez Brito, quedan para otro post. Es curioso, pero el mismo día que se publicó en los periódicos la nota de prensa sobre el éxito de afluencia en nuestra piscina, se podía ver la foto de Canarias desde el espacio con dos murallas verticales formadas por el humo del incendio.

2 comentarios:

  1. Muy bueno y diferente a lo que publico yo. Me cuesta mucho trabajo escribir en primera persona, meterme en la historia,tal como lo haces, mis textos son más desde la barrera como analista. Deduzco que trabajas en prensa del ayuntamiento de Los Silos. Yo desarrollé ese trabajo en el ayuntamiento de Tacoronte varios años y en la radio municipal, que dejé para dedicarme a la enseñanza... Bueno no te vuelvo más loco. Un saludo de @jebeloal

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  2. Jesús, trabajo en el Ayto de Los Silos, pero no precisamente en el gabinete de prensa. Soy el coordinador de las piscinas municipales, pero lo mismo llevo la contabilidad que agarro una escoba o una fregona para hacer la limpieza, que redacto notas de prensa. Creo que las administraciones públicas funcionarían mejor con un funcionariado polivalente. No me quejo; corren tiempos difíciles y ya es todo un privilegio contar con una nómina. Muchas gracias por el comentario. Un saludo

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